jueves, 25 de julio de 2013

Luto en Galicia


Galicia esta de luto por el accidente ferroviario que ocurrió en los alrededores de Santiago. Fuentes oficiales confirman que son 78 los fallecidos y 83 los heridos, de los cuales 32 están críticos y 3 son niños, en esta tragedia. También comentan que la causa del descarrilamiento pudo ser que el tren, un Alvia, no se adaptara al trazado de la vía y el exceso de velocidad ya que dicen que entro a más de cien kilómetros en una curva en donde se tenía que ir a ochenta kilómetros. Así quedo el tren tras el accidente:


Algunos vecinos dicen que antes del accidente se escucharon entre uno y tres estallidos, pero no se sabe con seguridad.
Algunos de esos vecinos acudieron a socorrer a las victimas llevándoles mantas y ayudándolas a salir de las vías y del propio tren. Estoy orgullosa de todas esas personas que arriesgando su propia vida intentaron salvar al mayor número posible de personas.
Hay que felicitar a toda Galicia, porque cuando se necesitó sangre para los hospitales, millares de personas se presentaron en sus respectivos lugares de donación y donaron sangre, pero aún hace falta. Solo una crítica, el lugar de donación del HULA de Lugo estaba cerrado y si previsión de abrir, un poco de solidaridad, que es urgente.
Hoy Galicia está de luto. Se suspendieron todos los actos relacionados con el Apóstol.
Escribo esto porque quiero dar mi apoyo a los familiares de las victimas de este trágico accidente, porque en un momento como este todos somos uno. No desfallezcáis, porque pronto aparecerán vuestros familiares en los hospitales, y a aquellos cuyos familiares han fallecido mis más sinceras condolencias porque nadie se puede librar de una cosa así. ¡Muchos ánimos!

jueves, 11 de julio de 2013

"La esperanza perfecta" de Nora Roberts


Os vengo a recomendar la tercera y última novela de la trilogía del Hotel Boonsboro de Nora Roberts. Con esta novela se cierra un ciclo.
Han transcurrido meses desde la inauguración del hotel Boonsboro. Mientras el calor veraniego hace su aparición el negocio prospera. No faltan las reservas y se extiende la voz del excelente servicio y las elegantes y románticas habitaciones que ofrece.
A la buena noticia que eso supone se suma la alegría ante la boda de Avery y Owen, que se celebrará la próxima primavera, y las buenas nuevas ante el embarazo de Claire. La familia Montgomery parece feliz.
Esperanza está satisfecha de su trabajo. Pese a que parecía impensable se ha aclimatado de maravilla a la vida de Boonsboro. Justine está encantada con su trabajo como directora del hotel. Owen y Becket también. Incluso Ryder.
Viendo la felicidad que embarga sus amigas, Esperanza piensa en cómo sería compartir con alguien esa plenitud y complicidad que tienen Avery y Owen, Claire y Becket.
La amargura por la ruptura con Jonathan se ha ido disipando con el paso de los meses, pero cuando termina su trabajo en el hotel y se retira a su apartamento en el tercer piso, no puede evitar sentir una punzada de soledad.
De cuando en cuando el recuerdo del aquel beso con Ryder durante la fiesta de fin de año se mete en su cabeza, pero trata de hacerlo a un lado y actuar como si nunca hubiera sucedido.
Puede que Ryder sea el más gruñón de los hermanos Montgomery, pero con un cinturón de herramientas en la cadera y trabajando codo con codo con la cuadrilla de trabajadores de los Montgomery es incansable. Aunque se acabaron las reformas en el hotel, el trabajo para la constructora no escasea con varios proyectos más: la panadería, el Spa y el restaurante de Avery. Así que de cuando en cuando su camino y el de Esperanza se cruza y se tratan con cortesía. ¡Incluso él puede ser cortés!
El día que acude al hotel a arreglar algunas averías, Lizzie vuelve a hacer de las suyas y , de nuevo, encierra a Ryder y Esperanza en una de las habitaciones provocando así que la pareja se bese. Ambos conocen ya las triquiñuelas del fantasma, así que están dispuestos a "sacrificarse" y pasar por el trance de besarse. Todo sea porque les deje salir de la habitación. Pero tal vez ese inconsecuente beso les haya dejado más huella de la que ninguno de los dos desee reconocer.
De las tres novelas que componen la trilogía del hotel Boonsboro, sin duda, ésta es la que más me apetecía leer. Desde Siempre hay un mañana me atrajo Ryder Montgomery por su carácter un poco hosco y gruñón. Eso, unido a la inmediata animadversión que Esperanza parecía provocar en él, bastó para despertar mi curiosidad. Y ya cuando en El primer y último amor se besaron en la fiesta de fin de año, me quedé con la miel en los labios.
Al contrario que esas veces en que las altas expectativas puestas en una novela te decepcionan más tarde, cuando la lees, La esperanza perfecta me ha gustado muchísimo. Algo que tampoco me ha sorprendido si soy sincera, pues sigue la línea de los dos anteriores novelas y he disfrutado mucho con todas ellas.
En realidad no son historias muy complejas, se centran en una pareja protagonista y en un segundo plano suceden las historias del resto de hermanos y amigas. Y, por supuesto, sigue desarrollándose también la historia de Lizzie, de la que novela tras novela vamos conociendo más.
Así que por un lado tenemos la historia de Ryder y Esperanza y por otro la de Lizzie y ese amor perdido que los Montgomery han accedido a encontrar por ella.
A diferencia de la historia de Owen y Avery donde no existían terceras personas ni personajes antagonistas, esta tercera novela es un poco diferente. Con la aparición de personas del pasado de Esperanza, la historia gana un poco de incertidumbre -no en el sentido que dudemos si se quedará con Ryder o su ex prometido- sino en el que surgen conflictos entre ellos, directa o indirectamente. A pesar de que el papel que juegan las antiguas parejas de Ryder y Esperanza no supone un obstáculo a temer, sí confiere a la trama de altibajos, encuentros y desencuentros y sirve para que la relación entre ellos evolucione. En ese sentido la mejor novela es La esperanza perfecta porque, en mi opinión, ya que la lectura gana en intriga y dudas. Siempre sin perder ese entrañable carácter familiar que caracteriza cada novela.
Me ha gustado mucho la historia de Ryder y Esperanza.
Pertenecen a ámbitos con poco terreno en común y en cuanto a sus caracteres se refiere, la sensación inicial que provocan es la de ser dos personajes muy diferentes que chocarán a menudo.
Me ha encantado como la relación entre ellos ha ido evolucionando, pero ya desde las novelas previas y, sobre todo, en esta última.
Ryder es un hombre habituado a trabajar con las manos, no es refinado, prefiere la cerveza al vino, comer en la pizzería de Avery a un restaurante caro, los deportes y discutir y gruñir sin reparos. Esperanza pertenece a una familia de clase media-alta, es refinada, fue una pequeña reina de la belleza y se siente cómoda y segura entre magnates, jeques árabes y la jet seg. Pero poco a poco va aclimatándose a la vida de Boonsboro y enamorándose de esa región, de su historia y del hotel. Y también de Ryder.
Estamos ante una pareja a primera vista incompatible, además de que no empezaron con muy buen pie cuando se vieron por primera vez. Pero con el roce, la cercanía y un pequeño empujoncito de Lizzie comienzan a mirarse de otra manera, a reconocer la atracción que los une y a crear puentes que unan sus mundos.
La esperanza perfecta también nos cuenta la historia de Lizzie. Ya en la anterior novela los hermanos Montgomery descubrieron el nombre de la joven que vagaba por el hotel, así como que espera y busca a alguien llamado Billy. Owen y Esperanza se dedican a investigar a la familia de Lizzie -de la que se descubren datos increíbles- así como quién pudo ser ese Billy y qué sucedió con él.
Evidentemente no voy a contar nada de la historia de Lizzie y Billy, pero es una historia preciosa y conmovedora que consigue que la novela destile emotividad. Esas historias de amores imposibles, de amores perdidos casi siempre logran conmoverme. Y la de la joven dama que durante meses ha convivido con los Montgomery lo ha hecho.
Además la novela cuenta con un amplio y de sobras conocido número de secundarios. Beckett y Claire esperan el nacimiento de su bebé aumentando una familia muy numerosa, Owen y Avery preparan su boda y la inminente inauguración del nuevo restaurante, y la presencia fiel de Justine y Billy W., de un montón de perros y los tres traviesos hijos de Claire que, como es de esperar, inundan de escenas divertidas la novela de principio a fin.
De las tres novelas ésta es mi preferida. En parte se debe a que siento debilidad por el personaje de Ryder, en parte porque la pareja que forma con Esperanza propicia una historia con tiras y aflojas, con diálogos chispeantes y escenas muy románticas. En parte pueda que se deba a que la historia de Lizzie se vuelve en parte vital del libro y puede que también porque aquí se cierra el círculo. Pero como sea, es una historia que al amparo del histórico hotel de Boonsboro me ha entretenido, divertido y emocionado mucho y cuyo precioso desenlace es el punto final para esta trilogía.

miércoles, 3 de julio de 2013

"Flores en la tormenta" Laura Kinsale


Os vengo a recomendar este libro que leí no hace mucho tiempo.

Christian Langland, el reconocido calavera duque de Jervaulx, es una eminencia en el mundo académico de las matemáticas por la brillantez de su mente y aptitud para los números. Le apasiona desentramar las más complejas operaciones y fórmulas matemáticas, y colabora con un humilde matemático cuáquero que comparte su amor por éstas.

Maddy Tims es la hija solterona de este matemático. Cuáqueros, difieren abismalmente de la opulencia y despilfarro al que está acostumbrado Jervaulx. La vida de los Tims es humilde y se rige por los estrictos principios morales de su religión.
Debido a la ceguera de su padre, Maddy es la encargada de escribir y posteriormente entregar la documentación pertinente de sus investigaciones al infame duque de Jervaulx para ser expuestas ante la Sociedad Analítica.

Sin embargo, Jervaux jamás la ha recibido ni en una sola de sus visitas, por lo que no se conocen hasta la noche en que, ante la mismísima Sociedad Analítica, Tims y Jervaulx presentan sus asombrosos descubrimientos.
Pese a la sencillez de su apariencia, Maddy afecta profundamente al duque, más habituado a mujeres voluptuosas y de mayor atractivo.
Poco después de ese primer encuentro, Maddy es informada de la repentina muerte de Jervaulx a consecuencia de un duelo. Incomprensiblemente, la noticia le afecta como un puño en el estómago.

Tras la muerte de Jervaulx, la vida que los Tims conocen se desmorona, ya que sin el apoyo financiero y social que el nombre del duque suponía, se ven en la necesidad de buscar un nuevo modo de ganarse la vida, en concreto Maddy que pasa a trabajar para su primo, médico de una institución para enfermos mentales.
Su sorpresa es monumental cuando reconoce al Jervaulx en uno de los pacientes y descubre que su muerte fue fingida. Tras sufrir, durante el duelo con el marido de su última amante, un ataque que le provodó una afasia, fue ingresado en dicha institución mental, pero a ojos de la sociedad el duque de Jervaulx murió esa noche.

Considerado uno de los pacientes más violentos y peligrosos, es mantenido sedado o maniatado. Se le acusa de demente, cuando la realidad es que la afasia le ha hecho perder la capacidad para la lengua y simplemente le impide comunicarse. Poco a poco debe aprender a volver a hablar, y la frustración por saberse incapaz de expresar sus pensamientos, lo enfurece y convierte en un hombre peligroso a ojos de todos. Es un hombre completamente cuerdo encerrado en un cuerpo que le impide comunicarse verbalmente.

Hasta la llegada de Maddy, sufre maltratados y vejaciones constantes a manos de su guardián y carcelero. Pero gracias a la ayuda de la joven cuáquera cree que podrá recuperar su antigua vida. Sólo ella parece comprenderle, sólo ella no le teme y aprende a interpretar sus gestos hoscos y arranques de mal humor. La presencia de Maddy se convierte en un bálsamo para sus nervios, en un remanso de paz para una mente torturada por la incomprensión y el saberse desposeído de la capacidad de expresarse.

Sin embargo, no todos parecen querer que el duque de Jervaulx recupere su antigua vida. Sus ambiciosos cuñados, con el beneplácito de su propia madre y hermanas, pretenden incapacitarlo legalmente para controlar el patrimonio familiar.
Tan sólo la tía del duque, Lady de Marly, se opone a ellos y propone un trato a Christian: si se casa con la joven de buena familia elegida para él, y engendra al próximo heredero de Jervaulx que continúe con el linaje familiar, ella lo ayudará.

Christian acepta, consciente de que es su última salida, pero llegado el momento descubre que no puede ni desea casarse con la dama en cuestión, sino que la única mujer para él es la sencilla Maddy, o como él la llama, su niña-Maddy.
A partir de este punto, comprende que no le queda otra alternativa que la huida y, ayudado por de sus mejores amigos, se refugia en su propiedad en la campiña inglesa. Allí, aislados, Maddy y él descubre la magnitud de sus sentimientos, así como son muchos los escollos que los separan.

Flores en la tormenta es una novela histórica que se sustenta en una minuciosa y cuidada documentación de la época que retrata y la realidad social de los enfermos mentales, ya que describe con todo lujo de detalles la realidad de esa época y la vida de los enfermos mentales a manos de las instituciones donde eran ingresados.
El hecho de verlo a través de los ojos de un hombre cuerdo, cuyo problema reside en una disfunción cerebral que le impide comunicarse verbalmente, impacta doblemente porque es consciente en todo momento de lo que le sucede.

Christian no es demente, es un hombre que debe volver a aprender a hablar, incluso a vestirse. Su cuerpo ya no le obedece, así como su cerebro no le deja expresarse.
A través de las escenas en que Maddy atiende a Jervaulx, al principio asustada y temerosa, con bondad y paciencia después, vemos la evolución en su recuperación y somos conscientes de la frustración y soledad que éste padece.

Christian ve en Maddy a un ángel llegado a la tierra para salvarle de un destino peor que la muerte; Maddy lo ve como una llamada de Dios, una misión encomendada a ella a la que no puede negarse. En cualquier caso, poco a poco somos testigos de cómo el amor nace entre esta pareja.
La incapacidad de Christian para explicarse coherentemente, más el choque entre la mentalidad de un duque sin principios, calavera y disoluto, y una joven cuáquera es uno de los mayores escollos a salvar. Eso, sin contar con la oposición de una familia y de una sociedad que juzga que ese hombre debería ser ingresado en una institución para enfermos mentales.

Una historia de amor preciosa, donde descubres a dos seres tan diferentes como el día y la noche, y donde se conjuga un amor sin igual.
Tanto si entiendes como si no la oposición de Maddy -no olvidemos que la cuáquera es una religión protestante de firmes y estrictos valores morales- es fácil sentirse abstraído por la tormentosa relación entre ellos.
Ambos son de carácter fuerte, indomable, y Laura Kinsale retrata y describe sus sentimientos de un modo que traspasa el papel.

Flores en la tormenta narra una historia de amor poco convencional. A través de sus páginas somos testigos de cómo nace, crece y evoluciona ese amor, mientras vemos la recuperación de Christian bajo los cuidados de Maddy.

Si Christian me ha impresionado por la magnitud de su frustración, el dolor y la desesperación que no logra expresar, su necesidad de amor y redención… Maddy me ha impactado por su capacidad de amor y sacrificio.
Es innegable que, bajo nuestro punto de vista, la actitud de Maddy es un tanto incomprensible. Pero no hay que olvidar que es un fiel reflejo de una educación, de unos principios y una filosofía de vida.

El papel de Laura Kinsale es que nos resulte comprensible y que el amor que nos describe nos llegue al corazón, algo que en mi caso ha logrado completamente. La magnitud de los sentimientos está narrada exquisitamente y la sexualidad entre la pareja protagonista está descrita con suma elegancia y sensualidad. La atracción sexual es casi palpable.

Uno de los aspectos por los que Flores en la tormenta quedará en mi recuerdo es que la autora rompe con el arquetipo de protagonistas perfectos: él es un duque disoluto y calavera al que una disfunción cerebral cambia la vida; sólo el amor de una joven cuáquera, moralista y estricta, a la que el antiguo Christian jamás habría prestado atención, pueden salvarle y conducirle a la redención.

Como dije antes, creo que describe una historia de amor sin igual, dulce, conmovedora, intensa y apasionada. El choque de sus personalidades y de sus mundos es inevitable. Cómo el amor los cambia, sobre todo a Jervaulx, es impresionante. Si la afasia lo convierte en su hombre débil, desprotegido y vulnerable, su amor por Maddy lo convierte en un hombre asustado, tierno. Y Maddy, que puede resultar santurrona, mojigata o excesivamente moralista, se ve obligada a enfrentarse a las enseñanzas de toda una vida para los principios cuáqueros, por el mayor calavera que ha conocido jamás.

En cualquier caso, Flores en la tormenta es una novela conmovedora, emotiva y maravillosamente narrada, con una narración cuidada, que además refleja el lenguaje de la época con gran maestría, y que te envuelve de principio a fin en una gran historia de amor.